sábado, 29 de diciembre de 2012

Odette

A los que les gustaban las antigüedades, les gustaban los versos, despreciaban los cálculos mezquinos, soñaban con el honor y el amor, ella los ponía en una elite superior al resto de la humanidad. No era necesario que tuvieran realmente esos gustos con tal que los proclamaran; de un hombre que le había confesado en una cena que le gustaba deambular, ensuciarse los dedos en los negocios viejos, que él nunca sería apreciado por este siglo comercial porque no le preocupaban sus intereses, y que por eso era de otros tiempos, ella volvía a su casa diciendo: "¡Pero es un alma adorable, un sensible, nunca lo había imaginado!" y sentía por él una inmensa y repentina amistad. Pero en cambio, los que, como Swann, tenían esos gustos pero no hablaban de ellos, la dejaban fría.


Por el camino de Swann
Marcel Proust

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